De negro, y
con sus lentes sofisticados, el look demacrado de psiquiatra exitoso había
tomado ya otra figura. Era culpa de ella sí, de ella. Desde que entró a mi
despacho los gestos en ese cabello dorado, tan; tan bien que enmarcan esa boca
que me tiene vomitando siempre que salgo por mi auto por la parte trasera,
después de verla. Pensaba al encender su cigarrillo. Recordaba el incidente de
segundos pasados: había sido expulsado de su consultorio por tener los del
consejo de psiquiatría imágenes en pleno coito con su paciente adolescente
ninfómana. Que idiota desde cuando el
sexo entre paciente y psiquiatra puede ser admitido. Perturbado por sus tics
nerviosos, creía nublado los parabrisas de su automóvil mientras el tenor agrupaba
su intensidad dentro del elegante transporte. Sin verla, el sólo hecho de
imaginar no tocarla por más de veinticuatro horas y saber que mucho menos ella,
sabría como establecer un orden a ese presente controlándose, esos apetitos tan
de ella. Mariana, tan joven y tan ninfómana. Las prácticas, tan naturalmente
heredadas para ella. Donde podrá él retomar y dar un mandato a toda esa
tormenta. Qué es lo que mira usted doctor; lo puedo llamar doctor aunque
todavía no me revise (sonrisa perversa), mire la verdad yo vine aquí por
voluntad pues me habían exigido que pidiera ayuda y como lo vi vestido de negro
con esas gafitas lindas, me decidí por usted. Además mire que bonita tiene su
oficina, le faltan buenos libros, estos parecen puras enciclopedias y a quien
le importa tanto libro fino. Debería de leer al Marques de Sade, lo conoce
usted doctor, a sus libros digo, no vaya a pensar que le estoy diciendo viejo
no. De mis partes favoritas es cuando orina a sus amantes. No ha leído esas
partes doctor. Le paso a esta paciente, a una doctora que por igual terminó
seduciéndola. Como él si sabía tan bien en donde para la vida de los demás por
vivir situaciones de tal extremo había conscientemente decidido seguirle el
juego. Como le explicaría todo eso a la prensa o a sus hijos que le doblaban la
edad a esa joven. Y esas fotos, por donde retomaría todo el lio. Ella, entre tanta lluvia y delante siempre
ante él en los lugares cada vez menos prudentes, le hacía volver a sus
perturbaciones en calor, en abandono. Whisky por favor. Qué haces siguiéndome.
No te parece divertido lo que pasa, no divertido no, estoy con toda mi vida
destruida y para colmo, no puedo dejar de desearte. No te preocupes a los
hombres el gusto siempre se les pasa.
Cuando les dicen a una mujer me gustas muchos es porque la ven como si esta
fuese una simple dona con buen sabor, las mujeres suelen ser más vinculadas en
su sentido de gustar. Cómo me puedes decir eso ambos no te hagas el idiota. Si
tú has hecho lo que te viene en gana conmigo, he hecho de todo por vivir tu
juego. No, mío no, de ambos aunque gobierne yo según tu idiotez. Qué te hiciste
en tu cabello. Me lo pinte negro, no te gusta. Me haré de todo en mi cabello,
en honor a la variedad que he conocido hasta ahora. No será que crees estar enamorado
de mí, gafas serias, por simple
aburrimiento, porque al conocer tu lado depravado me doy cuenta que estas de lo
más muerto. Porque yo he visto las fotos de tu consultorio, bueno el que era tu
consultorio y a pesar de tus lujos y tu aparente vida perfecta, lujosa y bonita,
te veo agotado, cansado y con ganas de vivir con todas esas condiciones tan
armónicas. Por ahora, tengo dieciséis años pero desde hace tres que no puedo
dejar de tener sexo con quien me apetece y no me arrepiento me encanta a decir
verdad, ni me asusta ni nada de esas cosas, a mí esta normalidad me permite
conocer los diablos que poseen las personas y eso me protege más pues de
quiénes uno debe sólo desconfiar es de los humanos, somos miserables de modo
natural, al mismo grado de mi ninfomanía. Tú y yo en eso nos parecemos: podemos
llegar a conocer a las personas muy a fondo pronto. Tú ahora me dirás que no
puedes vivir sin mí y todo lo que siempre los hombres de cincuenta les dicen a
las jóvenes, pero no lo creo, porque lo que sé yo también sobre ti, nadie lo
podrá ni ver y mucho menos, admitir de lo que tú eres tu capaz de hacer y sobre
todo, lo depravado que puedes llegar a ser, soy un ángel a tu lado. Nadie sabrá
que es lo que verdaderamente mueve tu pasión viva por mantenerte oculto. Por
eso estas te sientes según tú devastado, que ni lo creo. O, ¿no? Yo quiero
ayudarte. Tomó una agenda empaquetada fuertemente con cinta adhesiva. Qué es
todo esto. Es una lista de los clientes que has tenido y que yo antes que tú
los conocí primero y que por mí han llegado esta ti. Muchos de ellos en ves de
mejorar su vida la empeoraron porque tus razonamientos los hicieron ser adictos
a algo. Deberías ir a buscarlos para que sepas lo buen doctor que has sido. ¿No
te interesa? Qué estás diciendo. Eso, yo te he dado mucho trabajo, pacientes y
he logrado hacerte sentir que eres indispensable. Dime si no, si esto no es genial.
En la gente había una lista de personas con particulares descripciones y
catalogadas no por apellidos, edad o enfermedad, sino por tipo de experiencia:
dañina, en extremo perjudicial, o enmendable. ¿Desde cuándo planeaste esto? Sí
ni siquiera logran reconocerme. Tu esposa me dejó en un congal para putas
cuando tenía yo seis diciendo que había encontrado al hombre perfecto, o sea tú
gafitas. Eres mi padrastro. Es o no increíble. Desde que les conocí en un
parque público. Te miré y me recordaste a esas palomas lastimadas que necesitan
de especial cuidado y atención. Pregunté un poco por tu vida y como a las niñas
como yo nada niegan pues conseguí todo sobre ti y he tenido tiempo de conocer y
experimentar tanto gente, como mis
intereses. Qué ganas con todo esto. Comprobarte que no hecho lo que han creído,
que son mejor que mi ninfomanía, es más es mas digna ésta, que ustedes. No les
tengo sentimientos negativos, al contrario, siento compasión y sobre todo, deben considerar como han siempre
presumido en la sociedad de todo absurdamente. No sabes aún quien soy yo
después de todo lo que te he dicho. No te doy ningún tipo de recuerdo. La
verdad que me sorprendes, como no lograste reconocer nada de mí, si me
acompañaron ustedes, ambos, juntos y perfumados cuando me dejaron en esa casa
de citas. Frío, se levantó de salió del bar apresurado casi orinándose de
nervios. Al llegar a su consultorio, rompió la puerta y desde la ventana logró
observar a la abogada contestando su celular.
No hay comentarios:
Publicar un comentario