"Nature an letters seem to have a natural anthipaty; bring them together and they tear each other to pieces..." V. Woolf.
Un segundo más, y terminaría, inyectándole el explosivo al cerebro. Daba igual (sin poesía; sin belleza, o splendor). Sí, ya tanta dinamita adormilada estaba por ser derrotada sobre expuesta ante su natural amabilidad.
No importaban los derrumbes que podrida ya estaba de llorar; mejor aún; las que seguro, por ahí, le esperaban en su vida.
Un poco de polvora y listo.
Cierto era que se sabía acompañada de millones de individuos en la ciudad pestilente; humanidad.
Era más bien ella: su desamor penetrando; navajas siempre en/ para su piel. Lo peor, se las metían estando ella del todo distraída; por lo regular o dormida, o leyendo.
No importaban los derrumbes que podrida ya estaba de llorar; mejor aún; las que seguro, por ahí, le esperaban en su vida.
Un poco de polvora y listo.
Cierto era que se sabía acompañada de millones de individuos en la ciudad pestilente; humanidad.
Era más bien ella: su desamor penetrando; navajas siempre en/ para su piel. Lo peor, se las metían estando ella del todo distraída; por lo regular o dormida, o leyendo.
Se vestía con frialdad: colores planos, sostén firme; espalda recta. Pantalones de sastre; aretes definidos por gracia. Los que decían estimarla, mostraban ante ella una falsa y silenciosa profecía. Los veía; de vez en cuando, se asombraban cuando acorrralados en su momento los encaraba. A su edad; de su edad esperaban irónicamente que cumpliera con expectativas que aburridos por su gusto a lo banal, se inventaban; asqueados de los inútiles esfuerzos, no toleraban nada de ella.
Lo que más odiaban era el declaro de su libertad.
Debía ser íntegra, pero falsa; responsable, y perfecta, y sobre todo: útil (para entonces darse crédito; era sólo
eso: que ella pudiese comprobar que sus miserias nunca habían
existido) Con sus habituales engaños, ella representaba la paternidad y maternidad en declive. La
integridad familiar era el laberinto más caótico y denigrante del
que sí estaba segura conocer a la perfección.
Su cuerpo curvulento, sus zonas erógenas tan impregnadas de olor a fracaso ajeno. Su sexualidad tenía que ver con la relación que habían tenido con sus padres decían ni Lacan o Freud podrían explicar lo que ella tanto odiaba y por lo que tanto se había esforzado: conseguir sobrevivir ante el desamor negado.
Su cuerpo curvulento, sus zonas erógenas tan impregnadas de olor a fracaso ajeno. Su sexualidad tenía que ver con la relación que habían tenido con sus padres decían ni Lacan o Freud podrían explicar lo que ella tanto odiaba y por lo que tanto se había esforzado: conseguir sobrevivir ante el desamor negado.
Conoció ciudades sí,
andubo sobre ellas; las noches lluviosas (que siempre habían
sido de su preferencia). Le agradó más caminar y no ser conocida, que ser
un número en casa; el no ser estimulada por ningún tipo de cercanía
real o humana. Eso fue siempre desolador, mucho más que ver c ó m o algunas
putas mostraban sus carnes a los clientes en las calles de los bares
de los centros; pues ellas por lo menos entra ellas, supongo que encuentran ese
valor opuesto: como sea, siempre expresaban el madar a la chingada, a la verga o la mierda; a cualquiera de esos
lugares que ellas sientiesen al, y como un enemigo; eso le parecía claro y
divertido en ellas. Cuando al andar las veía hacer eso, le daban ganas
de hacer como MC, crearles y cantarles alguna que otra canción, a
ellas que figuraban como callejeras sin dueño, como guerreras entre
la muerte real: en el intercambio con la porquería real: la humanidad.
Esas ciudades sí; a esas sí. Todo
lo que encontró en esas jornadas citadinas la enamó: árboles
vivos; calles ruidosas; gente atractiva y miserable; modernas
librerías y gente alguna, muy pero muy educada. La permanente vida nocturna a cualquier hora; muchas
lluvias; gente muy joven y gente muy adulta trabajando sin aflojar.
“Vos no sos cualquiera no; sos eso: una
totalidad que te pertenece y que en nadie podrás encontrar y mejor aún,
no tienes por que compartirte __si no lo deseas__. ¿ Se podrá vivi así
toda una vida? " Terminaba sonriéndole a cualquiera, pero a
cualquiera eh, cada cualquiera. Pensamientos sonrientes por más oscuros que fuesen.
Su natural elegancia le
hacía comprender que algo de inteligencia le quedaba después
de tanta confusión vívida y acumulada. Perfectamente sabía que los
extremos le daban luz: en donde no se amaba nada lo respetuoso, al
apegarse a lugares y espacios en donde el pensamiento parecía ser lo
más respetado. Ese era su lugar: ahí podría crecer; mutilar;
demandar; eliminar; y compartir.
Era mala madre hasta
ahora: había ella siempre colaborado con dinero en sus casas; era el
abandono existencial más errante que podría algún pensador
reconocer: varón mutilado.
Sería la última
oportunidad que regalaba; ya el mapa translúcido de su cuerpo no
tendría espacios para més caminos ahogados en llanto. Su
solidaridad ante ella era racional; certera; inequivoca conciderando
su total convencionalidad ante los demás había logrado identificar
cuando de verdad uns er humano sufría fervorosamente; ya fuese
obligado, aniquilado; destruido, o en lo peor de los casos; elegido.
Cabría en ella la tempestad porque encontraba en ella al mar; no necesitó por fortuna, la superficialidad de nada. Ya conocía las versiones de las mentiras habidas; tantas caminatas a solas, en peligro en madrugadas; a interperie. Tanta falta de cordura de quienes fueron en su momento sus todos.
Enferma estaba sí, más
no de ella. Debía saber la razón exacta del por qué se le había
negado el derecho a saber por que no se le había atruibuido algún
genuino valor a lo único que palpaba como identidad: su existencia;
si era ésta la única salvación, belleza segura en y de esta vida.
No era loca no, era
terriblemente sensata, al grado de caer en excetricidad. Ella se
divertía siendo un poco el rostro y el motor de esa imagen falsa;
era es más, lo que ella había denominado: vayan a cagar a otra
parte yo puedo ser lo que deseo y en entre ese derecho y toda la vida
por delante que tengo quiero ser hoy una nada razonable.
Era genial esa idea: nadie la molestaría; esos, ellos, los que siempre le habían descartado valor, podrían ahora verla de algún modo: a menor valor, menor acción. Camuflajear tanto absolutismo; derrotas; muertes. Tanto mal, y sobre todo, el mar del desamor que sabía en su momento se inhundarían en él.
Era genial esa idea: nadie la molestaría; esos, ellos, los que siempre le habían descartado valor, podrían ahora verla de algún modo: a menor valor, menor acción. Camuflajear tanto absolutismo; derrotas; muertes. Tanto mal, y sobre todo, el mar del desamor que sabía en su momento se inhundarían en él.
Su insulto no tenía
letras, ni señales de índole alguna: cero símbolos; ni lenguaje
corporal, no. Ella les ofendía con verles fijamente, penetrando en
los ojos del Otro. Al verlos directo, podía decir en verdad lo que
sabrían en su poder y en momento lo que ella les haría saber; lo
mejor, era saber que en realidad nunca lo entenderían; pues de su
temple y lealtad ante si misma nada ya le podrían erradicar. Era su
triunfo; ya sólo quedaba dejarlos en un buen lugar y enmendar el
camino que tanto le estaba esperado; el de una vida en una sexualidad
propia; el ser existente.
En jungla y entre
vuelos, ella no dejaba de reconocerles el rostro de quienes se le
dirigían.