domingo, 5 de agosto de 2012

Del brazo.

Por aquí. Nervioso la tomó del brazo. Debe ser la lluvia, y encantada, mostraba sus piernas delgadas. Ese vestido pequeño, que tan bien le iba. Le guardó luto por quince años, los primeros de su juventud.

 He de arraigarme fácilmente a la muerte, he de conocer su rostro acompañado siempre con su vestida de novia.

 Asumió errada esa alianza. Luego el destierro, las miserias, los abandonos.

 Creció, maduró aprendiendo magistralmente a identificar las mentiras, las carencias y todos los rostros del desafecto que algunos intentaron mostrar a un comienzo como buena intención. Los colocó a todos en una botella de vidrio, en honor a sus demonios y los envío al espacio para nunca más saber de ellos. Los torturó, los dejó en su sitio.

Cásate conmigo, he dejado todo por ti. Mentiras, complicaciones; serenidades; confianza; alertas; disciplina, aprendizaje y karmas. Era el ser más tolerante con su naturaleza, y más impaciente para cualquier paciencia que una sencilla actividad demandara. Montañas verdes, días interminables de convivio. Pared ilimitada, blanca; con imágenes fugaces. De su brazo y sonriendo entre tragedias.

 El lazo: canciones amargas; intimidades.



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